El presidente Rodríguez Zapatero acaba de dar el paso que sitúa a su partido plenamente en las políticas económicas de derechas y se ha atrevido a pactar con el PP una reforma de la Constitución para fijar el techo de gasto público.
Aunque desde la televisión y los medios de comunicación controlados por la derecha y los poderes fácticos afines al Gobierno se nos quiere hacer pasar esta reforma como algo bueno para la economía (en resumen, sería algo así como no gastar nunca más de lo que se ingresa), en la práctica supone el fin del Estado del bienestar.
Imagínense una familia que tiene un sueldo fijo de 1200 euros al mes. Si esta familia quisiera comprarse una casa o un coche, si tiene que afrontar una situación imprevista (como un accidente, o el pago de los estudios de una hija, por ejemplo), tiene que pedir un crédito al banco, que irá pagando poco a poco. Es decir, se tiene que endeudar, porque es imposible que con el sueldo que tiene pueda comprar a tocateja bienes que supongan grandes desembolsos.
Lo mismo le pasa a los Estados, a los Gobiernos: el Estado no tiene una máquina de hacer dinero, también tiene que pedir créditos para enfrentarse a gastos de gran tamaño (eso es lo que en la tele llaman emitir deuda).
Si el PP y el PSOE consiguen reformar la Constitución para que el Estado no pueda endeudarse, quiere decir, ni más ni menos, que tendrá las manos atadas para realizar gastos si no dispone de dinero contante y sonante.
Es fácil imaginarse la cantidad de obras públicas que dejarían de hacerse, pero no sólo eso: peligran incluso las pensiones, las partidas destinadas a la Ley de Dependencia, al presupuesto destinado a educación, sanidad, desempleo, desarrollo rural, etc., porque se trata de grandes desembolsos a los que el Estado no puede hacer frente si no es emitiendo deuda.
Hoy día, por ejemplo, si hace falta PAGAR A LAS FARMACIAS POR EL GASTO EN MEDICAMENTOS la administración puede sacar un crédito para hacerlo. Con la futura reforma, estaría prohibido por ley, por lo que NOS TOCARÍA PAGARLOS a tocateja a los ciudadanos.
No es de extrañar que incluso muchos diputados del PSOE, pensando que el ideario de su partido está siendo traicionado, hayan puesto el grito en el cielo contra esta medida de Zapatero, e incluso el propio Rubalcaba se ha visto obligado a rectificar para no desacreditar a Zapatero.
Pero, además, resulta gravísimo que una reforma que afecta a la Ley fundamental de los españoles, la Constitución, se haga de espaldas al pueblo.
Por todo ello, Izquierda Unida, junto a decenas de organizaciones de todo el país, llama a la ciudadanía a exigir un referéndum sobre dicha reforma, y que no se le robe al pueblo su derecho a opinar sobre su propio futuro.
Si no, será el fin de la Democracia.
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